Empleadores suelen exigir a aspirantes cumplir con días para entrenar, sin compensación, pero la ley advierte que eso es ilegal.
Hace varios meses, recién llegado de Santo Domingo, el dominicano Pedro Rivas se puso muy contento tras recibir una oferta de trabajo en un restaurante tipo buffet de Manhattan. Un sobrino que trabajaba allí, lo ayudó a aplicar para la posición de ayudante del lugar, y sintió que estaba empezando con pie derecho su ‘sueño americano‘.
El trabajador acudió puntualmente el primero y segundo día, de 3:00 de la tarde a 8:00 de la noche a laborar, pero luego le dijeron que esos días no iban a ser pagados, porque eran entrenamiento. Cuando reclamó, le informaron que iban a llamarlo pronto, y que estuviera atento. Todavía sigue esperando a que lo llamen.
“Yo llegué a trabajar al restaurante, que queda en la calle 35 de Manhattan, con octava avenida. Me pusieron a trabajar común y corriente, cargando cosas, fregando trastes y levantando comida del buffet y luego me salen con esas. Llamé varias veces a la muchacha y nunca me respondieron”, comenta el dominicano, de 55 años, agregando que fue robado en su propia cara.
“Yo estuve allí, a tiempo, gasté dinero, me perdí para poder llegar porque no conocía la ciudad, y ver lo que me hicieron me deja con mucha rabia. Me pusieron a trabajar de gratis, y peor todavía, uno con la ilusión de un empleo y nunca me contrataron”, comentó el empleado, advirtiendo que después se enteró de que detrás de ello había un plan sucio del lugar para aprovecharse de los trabajadores que querían esa posición. “Luego supe que íbamos ya como 16 para entrenar. Eso es un relajo. Ellos ahí van entrenado gente sin pagar de a dos y tres días y así duran cinco o seis meses teniendo trabajadores de a gratis”.
El inmigrante agregó que nunca hubiera pensado que ese tipo de abusos ocurrieran en Nueva York, pero su experiencia y otras más que ha vivido, le han enseñado que “aquí es uno de los sitios con mayores explotaciones del mundo”.
Blanca Collaguazo, madre soltera de dos niñas, vivió en enero pasado una experiencia similar. La mujer fue a reemplazar a una amiga a un centro comunitario de entrega de comida en Manhattan y le dijeron que debía cumplir con tres días de entrenamiento no pago. Ella aceptó y al final tampoco obtuvo el trabajo.
“Yo le dije al jefe que quería empezar a trabajar inmediatamente y que no necesitaba ningún entrenamiento, porque tengo mucha experiencia trabajando en cocinas, pero me dijo que esa era la norma, y me pusieron a lavar platos, cocinar vegetales y hacer todo normalmente como un trabajador completo. Luego me dijeron que me iban a llamar y no lo hicieron”, comenta la ecuatoriana con mucha frustración, agregando que pensaba que por haber aceptado el acuerdo de entrenar sin paga no tiene derecho a reclamar.
“Yo le dije al jefe que quería empezar a trabajar inmediatamente y que no necesitaba ningún entrenamiento, porque tengo mucha experiencia trabajando en cocinas, pero me dijo que esa era la norma, y me pusieron a lavar platos, cocinar vegetales y hacer todo normalmente como un trabajador completo. Luego me dijeron que me iban a llamar y no lo hicieron”, comenta la ecuatoriana con mucha frustración, agregando que pensaba que por haber aceptado el acuerdo de entrenar sin paga no tiene derecho a reclamar.
Hace varios meses, recién llegado de Santo Domingo, el dominicano Pedro Rivas se puso muy contento tras recibir una oferta de trabajo en un restaurante tipo buffet de Manhattan. Un sobrino que trabajaba allí, lo ayudó a aplicar para la posición de ayudante del lugar, y sintió que estaba empezando con pie derecho su ‘sueño americano‘.
El trabajador acudió puntualmente el primero y segundo día, de 3:00 de la tarde a 8:00 de la noche a laborar, pero luego le dijeron que esos días no iban a ser pagados, porque eran entrenamiento. Cuando reclamó, le informaron que iban a llamarlo pronto, y que estuviera atento. Todavía sigue esperando a que lo llamen.
“Yo llegué a trabajar al restaurante, que queda en la calle 35 de Manhattan, con octava avenida. Me pusieron a trabajar común y corriente, cargando cosas, fregando trastes y levantando comida del buffet y luego me salen con esas. Llamé varias veces a la muchacha y nunca me respondieron”, comenta el dominicano, de 55 años, agregando que fue robado en su propia cara.
“Yo estuve allí, a tiempo, gasté dinero, me perdí para poder llegar porque no conocía la ciudad, y ver lo que me hicieron me deja con mucha rabia. Me pusieron a trabajar de gratis, y peor todavía, uno con la ilusión de un empleo y nunca me contrataron”, comentó el empleado, advirtiendo que después se enteró de que detrás de ello había un plan sucio del lugar para aprovecharse de los trabajadores que querían esa posición. “Luego supe que íbamos ya como 16 para entrenar. Eso es un relajo. Ellos ahí van entrenado gente sin pagar de a dos y tres días y así duran cinco o seis meses teniendo trabajadores de a gratis”.
El inmigrante agregó que nunca hubiera pensado que ese tipo de abusos ocurrieran en Nueva York, pero su experiencia y otras más que ha vivido, le han enseñado que “aquí es uno de los sitios con mayores explotaciones del mundo”.
Blanca Collaguazo, madre soltera de dos niñas, vivió en enero pasado una experiencia similar. La mujer fue a reemplazar a una amiga a un centro comunitario de entrega de comida en Manhattan y le dijeron que debía cumplir con tres días de entrenamiento no pago. Ella aceptó y al final tampoco obtuvo el trabajo.
“Yo le dije al jefe que quería empezar a trabajar inmediatamente y que no necesitaba ningún entrenamiento, porque tengo mucha experiencia trabajando en cocinas, pero me dijo que esa era la norma, y me pusieron a lavar platos, cocinar vegetales y hacer todo normalmente como un trabajador completo. Luego me dijeron que me iban a llamar y no lo hicieron”, comenta la ecuatoriana con mucha frustración, agregando que pensaba que por haber aceptado el acuerdo de entrenar sin paga no tiene derecho a reclamar.
“Hay momentos en que me dan ganas de ir y pedirles mi dinero de esos días, porque tengo muchas necesidades, pero no lo hago porque siento que ellos me advirtieron que el entrenamiento no era pago, y yo acepté. Pero lo que más me duele es que no me contrataron y que luego supe que así hacían con varias personas”, agregó la trabajadora, quien ahora se desempeña como niñera.
Casos más comunes de lo que se piensa
Casos como estos son comunes según el abogado laboral Cristóbal Gutiérrez, quien defiende a trabajadores en la organización Make the Road NY (MRNY), y aunque advirtió que muchos no denuncian, tal vez por desconocimiento o por que los montos adeudados son pequeños, tienen el derecho a reclamar, pues no existe una ley que diga que los entrenamientos no son pagados.
“Todo empleador que no pague las horas de entrenamiento en Nueva York en principio está violando las leyes de ingreso mínimo y otras legislaciones laborales, pues toda persona tiene el derecho a recibir compensación salarial por lo que trabaje, ese es el mínimo de dignidad”, comentó el abogado.
Gutiérrez reprochó la excusa de muchos empleadores de no pagar a quienes entrenan porque supuestamente desean ver si son buenos empleados o no. “Si a un empleador no le gusta el trabajo que ve de alguien pues puede despedirlo, pero independientemente de eso, tiene que pagarle el entrenamiento, pues la ley apoya a los trabajadores en ese sentido y es preciso que quienes sean víctima de este tipo de robos denuncien para poner freno”.
El defensor laboral agregó que salvo contadas excepciones, en las que una capacitación se haga con instituciones educativas, que genere créditos a los empleados, pueden evitarse los pagos, pero no cuando alguien está empezando en un puesto nuevo.
“Eso lo saben los empleadores y si no cumplen con la ley se exponen incluso a recibir cargos penales por fraude, si se demuestra que es un patrón de conducta reiterativo”, advirtió Gutiérrez.
Modesta Toribio, organizadora de trabajadores de MRNY, advirtió que el no pago de días de entrenamiento es una de las tantas estrategias que usan los empleadores abusivos para robar a la comunidad, y aunque mencionó que solo recibe unos tres casos por semana de ese estilo, “afuera eso está pasando” todo el tiempo y cada vez más.
Una clara táctica de robo de salarios
“Esta es una clara táctica de robo de salarios, no solo para no pagarle a los trabajadores por entrenamientos sino que en varios casos hemos oído que es una estrategia continuada para tener empleados sin paga de manera constante y ganarse ese dinero a costa de la necesidad de nuestra gente”, comentó Toribio. “Tuvimos un caso aquí donde alguien estuvo trabajando para un salón de eventos durante tres días. Lo pusieron dizque a entrenar, y fueron 14 horas diarias trabajando duro, más de 42 horas y al final le dijeron que no lo iban a contratar, porque habían dado quejas de él y que no le iban a pagar nada, porque era un entrenamiento y el entrenamiento no se pagaba”.
La organizadora comunitaria dijo que usualmente los patrones ni siquiera advierten a quien aspira a una posición vacante que el entrenamiento no va a ser pago, lo que según afirma es “un doble abuso”, pues están siendo engañados.
“No podemos permitir que los empleadores sigan saliéndose con la suya robando así a la gente. Ellos tienen que coger dinero prestado a veces los primeros días para llegar al trabajo, para comer y resolver sus necesidades básicas, y cuando ya han estado a veces hasta una semana de entrenamiento y creen que van a cobrar o a darles el trabajo, les dicen: ‘oh, no, está bien. Nosotros te llamamos. El entrenamiento no va a ser pagado’. Y nunca los llaman ni les pagan”.
La activista agregó que este tipo de tácticas no solamente afectan económicamente a los trabajadores sino que también genera en ellos daños emocionales y mucho estrés.