La gran pregunta esta semana en Washington es cuánto tiempo será sostenible políticamente esta práctica controversial

(CNN) – La política de «tolerancia cero» de la Casa Blanca en materia de inmigración y las separaciones de padres indocumentados de sus hijos se está convirtiendo en la prueba más emotiva y políticamente impredecible del esfuerzo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para cambiar el carácter del país.
Mientras la indignación crece por las historias traumáticas de familias separadas, la gran pregunta esta semana en Washington es cuánto tiempo será sostenible políticamente esta práctica controversial por la ola de críticas.
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Un tema relacionado es si Trump pagará un precio político por su falsa afirmación de que las separaciones son culpa de los Demócratas y no el resultado del cambio en su propio gobierno en lo que respecta a cómo son tratados los inmigrantes indocumentados.
Es probable que esas preguntas se vean influenciadas por las crecientes peticiones de que el Gobierno considere la moralidad de separar a las familias. No son solo son los demócratas los que critican a la administración, algunos republicanos prominentes, como la primera dama, Melania Trump, y la ex primera dama, Laura Bush, líderes religiosos y figuras influyentes en la base evangélica conservadora de Trump también están hablando al respecto.
«Es una política atroz», dijo el exdirector de Comunicaciones de la Casa Blanca y aliado de Trump, Anthony Scaramucci, el lunes en «New Day» de CNN. «Es inhumano. Es ofensivo para el estadounidense promedio».
Aún así, el presidente continuó presionando a los demócratas para que se desmoronen con su oposición a los grandes cambios que quiere introducir en el sistema de inmigración.
«¿Por qué los demócratas no nos dan los votos para arreglar las peores leyes de inmigración del mundo? ¿Dónde están las protestas por los asesinatos y crímenes causados por pandillas y matones, incluida la MS-13, que ingresan ilegalmente a nuestro país?», tuiteó el presidente el lunes por la mañana.
Los críticos argumentan que las separaciones son crueles y antiestadounidenses, y usan el tema para tratar de generar una oleada de disgusto contra el presidente y el Partido Republicano antes de las elecciones de mitad de periodo.
Una rara incursión en la política por parte de la ex primera dama aumentó significativamente el calor político. Bush dijo que apreciaba la necesidad de proteger la frontera, pero agregó que «esta política de tolerancia cero es cruel. Es inmoral. Y me rompe el corazón».
«Nuestro gobierno no debería estar en el negocio de depositar niños en tiendas reconvertidas o hacer planes para colocarlos en tiendas de campaña en el desierto a las afueras de El Paso», escribió Bush.
«Estas imágenes son inquietantemente reminiscentes de los campos de internamiento de japoneses estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial, que ahora se considera uno de los episodios más vergonzosos en la historia de Estados Unidos».
La actual primera dama, Melania Trump, también expresó su preocupación por la situación, pese a que ella no rompió con la posición de su marido de que solo el Congreso puede detener las separaciones.
«La señora Trump odia ver a niños separados de sus familias y espera que ambos lados puedan finalmente llegar a un acuerdo para lograr de forma exitosa la reforma en inmigración», dijo a CNN el domingo su directora de Comunicaciones, Stephanie Grisham.
Los líderes religiosos, incluidos el cardenal Timothy Dolan y Franklin Graham, un aliado clave de Trump, también criticaron la moralidad de las separaciones la semana pasada.