CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Las autoridades mexicanas dicen que un grupo de cientos de migrantes, principalmente haitianos y centroamericanos, que habían comenzado a caminar hacia el norte han aceptado ser separados y llevados en autobús a varias ciudades para solicitar visas humanitarias.
La marcha de migrantes había partido el 18 de noviembre con unos 2.000 migrantes desde la ciudad sureña de Tapachula. Los migrantes se han cansado de la larga demora en la entrega de visas en Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, donde muchos dicen que no pueden encontrar trabajo.
El Instituto Nacional de Migración de México dijo que los migrantes habían acordado detener su marcha el martes (23 de noviembre) en la ciudad sureña de Mapastepec, cerca de Tapachula. El instituto distribuyó un vídeo en el que se ve a muchos de ellos subiendo a autobuses con destino a otras ciudades del centro y el oeste de México.
Una marcha de migrantes anterior, que partió en octubre, se encuentra ahora en el sur del estado de Veracruz, pero se ha reducido a varios centenares de migrantes, desde un punto máximo de unos 4.000. Las autoridades mexicanas habían dicho que los intentos de caminar por el sur de México ponían en peligro la salud y la seguridad de los migrantes -muchos de ellos acompañados por niños-.
El gobierno mexicano había confiado en una estrategia de contención de los migrantes en la parte más meridional del país para aliviar la presión en la frontera con Estados Unidos. Pero esos estados son los más pobres y hay muchas más oportunidades de encontrar trabajo en los estados del norte y el oeste de México.
Los activistas afirman que incluso los migrantes que han recibido visados humanitarios que se supone que les permiten viajar por México han sido detenidos por agentes de inmigración y devueltos a Tapachula.
Las caravanas de migrantes empezaron hace varios años como una forma de que los migrantes que no tenían dinero para pagar a los contrabandistas se aprovecharan de la seguridad en el número mientras se dirigían a la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, últimamente Guatemala y México se han vuelto más agresivos a la hora de disolver rápidamente las caravanas con las fuerzas de seguridad.
