La reina Isabel II, la monarca más longeva de Gran Bretaña y una roca de estabilidad durante gran parte de un siglo turbulento, murió el jueves después de 70 años en el trono. Tenía 96 años.
LONDRES (AP) – El palacio anunció que murió en el castillo de Balmoral, su residencia de verano en Escocia, donde los miembros de la familia real habían acudido a su lado después de que su salud empeorara.
Vinculada a la casi desaparecida generación que luchó en la Segunda Guerra Mundial, fue la única monarca que la mayoría de los británicos han conocido.
Su hijo, el príncipe Carlos, de 73 años, se convirtió automáticamente en rey a su muerte y será conocido como el rey Carlos III, según anunció su oficina. La segunda esposa de Carlos, Camilla, será conocida como la reina consorte.
La BBC interpretó el himno nacional, «Dios salve a la Reina», sobre un retrato de ella en traje de gala al anunciarse su muerte, y la bandera del Palacio de Buckingham se bajó a media asta al concluir la segunda era isabelina.
El impacto de su pérdida será enorme e imprevisible, tanto para la nación como para la monarquía, una institución que ella ayudó a estabilizar y modernizar a lo largo de décadas de grandes cambios sociales y escándalos familiares.
En un comunicado, Carlos calificó la muerte de su madre como «un momento de la mayor tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia», y añadió: «Sé que su pérdida se sentirá profundamente en todo el país, los Reinos y la Commonwealth, y por innumerables personas de todo el mundo».
Los líderes mundiales dieron sus condolencias y rindieron homenaje a la reina.
En Canadá, donde la monarca británica es la jefa de Estado del país, el Primer Ministro Justin Trudeau saludó su «sabiduría, compasión y calidez». En la India, que fue la «joya de la corona» del imperio británico, el primer ministro Narendra Modi tuiteó: «Ella personificaba la dignidad y la decencia en la vida pública. Dolido por su fallecimiento».
La primera ministra británica, Liz Truss, nombrada por la reina apenas 48 horas antes, declaró al país «devastado» y llamó a Isabel «la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna».