Las imágenes de la mandataria celebrando con la selección croata durante el Mundial dieron la vuelta al mundo. Pero en su país tiene una historia.
Fue la “hincha” más fiel y popular de la selección croata.
Vestida con la camiseta de su país y con gestos y poses de entusiasmo lejanos al protocolo, la presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic acabó convertida en uno de los rostros más carismáticos del Mundial de Rusia 2018.
A medida que Croacia avanzaba en la competición y se dirigía hacia la final, la figura de la jefa de Estado de esa pequeña nación europea se robaba titulares no solo por las desenfrenadas muestras de apoyo a su equipo.
Según confirmó el propio gobierno croata, Grabar-Kitarovic se descontó de su salario los días que se ausentó para asistir al Mundial.
https://instagram.com/p/BkssL_MBojm/?utm_source=ig_embed
Además, se pagó los boletos de avión y las entradas a los estadios con su propio dinero, viajó en clase turista y renunció a la exclusiva zona VIP durante algunos partidos para gritar y compartir con los aficionados.
Solo se perdió un juego y fue por razones de peso: durante la semifinal contra Inglaterra, se encontraba en Bélgica para participar en la cumbre de la OTAN, el organismo para el que trabajó durante años antes de lanzarse a la presidencia.
Le regaló entonces una camiseta rojiblanca de su selección a Donald Trump e, incluso, a la primera ministra británica, Theresa May. Pero la cumbre no le impidió volver a Moscú para la final.
Y pese a la derrota de su equipo, la mandataria no solo abrazó de formas poco ortodoxas para su cargo a los jugadores y hasta el presidente francés Emmanuel Macron, sino que también se mojó bajo la lluvia que siguió al juego mientras otros, como Putin, se guarecían bajo oscuros paraguas.
Fue una sensación. Según el sitio de análisis de datos Mediatoolkit, las historias y publicaciones en redes sobre Grabar-Kitarovic durante la final superaron en un 25% a las menciones de su selección e incluso, a las de jugadores como Luka Modrić, el mismísimo ganador del Balón de Oro.
Y ahora, que ya ha pasado la fiebre del Mundial, la presidenta se perfila, según medios locales, como la personalidad más popular del país.
Pero ¿quién es esta política de 50 años que habla cuatro idiomas y se convirtió en 2015 en la primera mujer en llegar a la presidencia de Croacia?
Política y fútbol
“En términos de sus puntos de vista políticos, es una conservadora populista-nacionalista, aunque es algo realmente difícil de creer en base a lo que se podía ver en la Copa del Mundo”, explica a BBC Mundo el politólogo croata Dejan Jovic, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Zagreb.
De acuerdo con el experto, la afición por el fútbol de la mandataria es funcional con su proyecto para dominar áreas “típicamente masculinas” con el fin de demostrar que ella es a la vez una líder fuerte y capaz, sin dejar de ser popular entre un amplio sector de la población.
Antes de llegar a la política, Grabar-Kitarovic pasó un año estudiando en Estados Unidos para luego regresar a su país y hacer una licenciatura en literatura inglesa y española.
Fue entonces, aún como estudiante, que se inició como asesora de cooperación internacional del Ministerio de Ciencia y Tecnología de su país.
Estudió diplomacia, hizo un máster en relaciones internacionales y siguió su carrera como consejera por tres años en la embajada de Ottawa, en Canadá.
Entrados los 2000, volvió al gobierno de su país como ministra de Asuntos Europeos.
Fue el primer paso antes de convertirse en jefa de la cartera de Exteriores.
Tras terminar ese puesto, volvería a Estados Unidos como embajadora. Fue allí cuando se dio el primer escándalo del que no se olvidan sus críticos.
Durante su paso por Washington, el esposo de Grabar-Kitarovic utilizó el auto oficial de la embajada para asuntos privados, lo que generó un escándalo que hizo tambalearse al gobierno de Zagreb.
Su popularidad mermó entonces, pero su reputación la llevó poco después a convertirse en subsecretaria de Diplomacia Pública de la OTAN.
Faltaría poco tiempo para que finalmente llegara a la presidencia, que actualmente combina con un doctorado en Política en la Universidad de Zagreb.
Sin embargo, pese a su ascendente carrera, sus puntos de vista y los de la conservadora Unión Democrática Croata, el partido conservador y antiinmigrantes que representa, han sido tildados en su país de “xenófobos” por grupos de derechos humanos.
Los refugiados
Su visibilidad tras el Mundial, de hecho, también destapó datos oscuros de la carrera de Grabar-Kitarovic.
Se habló de una polémica foto suya con una bandera de raíces nazis o de su acérrimo apoyo a políticas antiinmigrantes, que incluyó propuestas de leyes para penalizar a quienes prestaran ayuda humanitaria a los inmigrantes.
De hecho, según explica Jovic, durante el pico de la crisis de refugiados en 2015, Grabar-Kitarovic fue más radical en su postura que el propio gobierno, y en algún momento, incluso sugirió que Croacia debería usar el Ejército para defender sus fronteras de los refugiados.
“También es más conservadora en todos los asuntos que el actual primer ministro”, señala.
Sin embargo, pese a su férrea política contra los inmigrantes, que le generó críticas de la Unión Europea y de Amnistía Internacional, el profesor croata cree que hay otro tema relacionado con los éxodos que le preocupa más a la presidenta.
“Acorde con su perfil político tradicionalista, está mucho más preocupada por los croatas que han emigrado del país que por los refugiados o inmigrantes a los que les gustaría establecerse en Croacia. Los primeros son muchos, mientras que los segundos son pocos”, señala.
La población de Croacia no ha crecido en los últimos 30 años. De hecho, el número de habitantes por aquel entonces era mucho mayor.
“Ella afirma que Croacia está en peligro de quedar deshabitada si continúan las tendencias de abandonar el país (en gran parte para Europa Occidental), y por lo tanto propuso que el gobierno debería hacer más para aumentar la tasa de natalidad”, señala.
“Piensa que una de las razones por las que muchos croatas es el excesivo pesimismo sobre sus expectativas personales. Por lo tanto, ahora quiere usar el impulso que ofrece este gran éxito del equipo nacional de fútbol para reemplazar el ambiente pesimista con optimismo”, agrega.