Washington (CNN) — El discurso anual del estado de la unión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está a punto de ofrecer el tipo de drama de horario estelar que su equivalente deportivo, un aburrido Super Bowl, no tuvo.
La representación que se desarrollará en la Cámara de Representantes el martes resumirá un momento turbulento en la historia de Estados Unidos, resonará con egos políticos chocantes y dibujará una escena de grandes divisiones nacionales y un acelerado cambio demográfico.
Dominando el centro de atención, donde le encanta estar, estará un presidente que cree que es tratado injustamente, pero que su obstinación por la gloria personal a menudo enajena a todos menos a sus seguidores más leales y hace que el reconocimiento que él anhela sea cada vez más elusivo.
Mirando por encima del hombro de Trump, literal y metafóricamente, estará la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, quien está utilizando el músculo investigador de su mayoría demócrata para complicar la vida política del presidente y frenar su poder.
Ese hostil grupo demócrata mirará directamente a Trump mientras pronuncia su discurso, privándolo de la adoración que recibe de las multitudes de fanáticos del “Make America Great Again” (Hacer a Estados Unidos grande otra vez) en los mítines de campaña.
El poder transformador de las elecciones intermedias se escribirá en los rostros de la mayoría más diversa de la historia en términos de raza y género, mientras que la mitad republicana de la cámara parecerá mayoritariamente blanca, masculina y de mediana edad.
Los demócratas subrayarán el comparativo al elegir a la estrella en ascenso de Georgia, Stacey Abrams, quien por poco fue elegida como la primera gobernadora negra de cualquier estado, para entregar su respuesta del estado de la unión.
Y mirando a Trump desde la Cámara de Representantes estarán los aspirantes a la candidatura presidencial demócrata para 2020, incluidos los senadores Kamala Harris, Cory Booker y Kirsten Gillibrand, sin duda soñando con ocupar pronto su lugar en el podio.
La angustia por el cierre del gobierno persiste
Trump llegará al Capitolio en un momento difícil. Hace apenas una semana, su capitulación puso fin a un cierre del gobierno que él mismo activó para obtener fondos para su muro. A menos que los demócratas cedan, un nuevo cierre podría comenzar en 10 días, o Trump podría encender la conflagración constitucional más grave de su presidencia al declarar una emergencia nacional para construir el muro.
Encapsulando la caja de inmigración hecha por el propio Trump, un asombroso 78% de los republicanos conservadores cree que Trump debería cerrar el gobierno nuevamente para obtener fondos para el muro, aunque el cierre fue un desastre político para él.
Dado que ella enfureció a Trump al posponer el estado de la unión durante el cierre de gobierno, el lenguaje corporal y las maniobras entre Trump y Pelosi serán fascinantes.
Quizás el presidente, en una actitud unificadora, ofrezca a Pelosi una rama de olivo a pesar de calificarla de “muy mala para nuestro país” en una entrevista durante el Super Bowl.
¿O tratará de aumentar la presión política sobre ella ofreciendo una concesión? Él podría, tal vez, ofrecer un camino a la ciudadanía para los beneficiarios de DACA, algo que los demócratas realmente quieren, lo que podría impulsar un llamado por fondos para el muro en retribución. Pero, independientemente de lo que Trump diga, tendrá un impacto en las negociaciones del Congreso sobre inmigración destinadas a evitar otro cierre.
“Si quiere subrayar el bipartidismo y mirar hacia el próximo año, podría hablar sobre cuestiones más amplias de la reforma migratoria”, dijo Theresa Cardinal Brown, del Centro de Políticas Bipartidistas.
“El problema con la inmigración ha sido que él propone algunas ideas que posiblemente podrían tener apoyo bipartidista y luego pone algunas cosas sobre la mesa que simplemente no serán factibles en el otro bando”, dijo.
Las posibles píldoras venenosas incluyen los cambios propuestos por Trump a las visas familiares y de diversidad y los cambios a la ley de asilo.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo que los asistentes esperaban que el presidente pudiera usar el discurso para presentarse ante los estadounidenses como el “adulto en la mesa” después del embrollo del cierre, por lo que no será demasiado partidista.