El número de mariposas monarca que invernan en las montañas del centro de México disminuyó 22% respecto al año anterior, y se triplicó el número de árboles que se perdieron de sus zonas favoritas de invernación.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Las heladas y las «temperaturas extremas» en Estados Unidos pueden haber influido en el declive de la mariposa durante la temporada invernal más reciente, dijo Humberto Peña, director de las reservas naturales de México.
Las monarcas al este de las Montañas Rocosas en Estados Unidos y Canadá pasan el invierno en los bosques de abetos del estado occidental de Michoacán, al oeste de Ciudad de México. La superficie total que ocuparon el pasado invierno se redujo a 2,21 hectáreas (5,4 acres), frente a las 2,84 hectáreas (7 acres) del año anterior.
El recuento anual de mariposas no calcula el número individual de mariposas, sino el número de acres que cubren cuando se agrupan en las ramas de los árboles.
Gloria Tavera, directora de conservación de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas de México, dijo que la superficie de bosque apropiada para las mariposas que se perdió ascendió a 58,7 hectáreas (145 acres), frente a las 18,8 hectáreas (46,2 acres) del año pasado.
La tala ilegal ha sido una de las principales amenazas para los bosques de pinos y abetos donde las mariposas se reúnen en grupos para mantenerse calientes. Pero los expertos afirmaron que este año más de la mitad de la pérdida de árboles se debió a la retirada de árboles muertos o enfermos afectados por incendios, tormentas o plagas. Tavera dijo que la falta de lluvias había sumido a los árboles en un estrés hídrico que los hacía más vulnerables a enfermedades, plagas e incendios.
Jorge Rickards, director en México del grupo conservacionista WWF, culpó al cambio climático,
«La mariposa monarca es un indicador de estos cambios», dijo Rickards.
Los críticos afirman que, en el pasado, la eliminación de árboles enfermos se ha utilizado como pretexto para talar árboles sanos para obtener madera.
Cada año, las monarcas regresan a Estados Unidos y Canadá en una migración anual que se ve amenazada por la pérdida del algodoncillo del que se alimentan al norte de la frontera y por la deforestación en las reservas de mariposas en México.
Debido a un sinfín de factores, el número de monarcas ha descendido en los últimos años. Los expertos afirman que la sequía, las inclemencias meteorológicas y la pérdida de hábitat -especialmente del algodoncillo donde las monarcas ponen sus huevos-, así como el uso de pesticidas y herbicidas y el cambio climático, suponen amenazas para la migración de la especie.
La tala ilegal también sigue asolando las reservas, y Peña dijo que hay planes para estacionar tropas de la Guardia Nacional en la reserva para impedirla.
Sin embargo, la tala ilegal de árboles descendió un 3,4% este año, en gran parte debido a los esfuerzos de los habitantes por proteger sus bosques, un cambio de actitud por parte de muchos.
Por ejemplo, el 23 de enero, la comunidad agrícola comunal de Crescencio Morales -que en su día fue la zona con mayor tala ilegal- presentó su primera promoción de guardabosques formados y aprobados oficialmente.
La «Guardia Comunitaria» de guardabosques de Crescencio Morales, compuesta por 58 miembros, empezó hace varios años como una banda de campesinos armados con una variopinta colección de armas, antes de que el gobierno estatal se ofreciera a entrenarlos y equiparlos.
La lucha de la comunidad comenzó a principios de la década de 2000, cuando los residentes lucharon por expulsar a los narcotraficantes y madereros ilegales y redimirse en el proceso.
«En 1998, los habitantes de Crescencio Morales decidieron prender fuego a las colonias de mariposas monarca para talar la tierra», recuerda Erasmo Álvarez Castillo, líder de los ejidatarios del pueblo.
Los habitantes no tardaron en darse cuenta de dos cosas: La tala ilegal traía consigo la incursión de los cárteles de la droga y las comunidades de los alrededores ganaban dinero con el turismo.
Así que, a partir del año 2000, los campesinos empezaron a reforestar las laderas de las montañas. Pero aún tenían que expulsar a las bandas de narcotraficantes. Fue una lucha larga y ardua que acabó obligando a los campesinos a tomar las armas, después de que las llamadas a la policía pidiendo ayuda para defender la comunidad quedaran sin respuesta.
Las cosas llegaron a un punto crítico cuando el pueblo se declaró municipio autónomo y autogobernado.
Enfrentado a campesinos armados y rebeldes, el gobierno decidió intentar profesionalizar la fuerza comunitaria y entrenarla para proteger los bosques.
Ahora, con las mariposas de vuelta, el pueblo puede soñar con atraer turistas.
«La tierra que tenemos en la cima de la montaña es muy bonita. Sería bueno para un sitio turístico», dice Álvarez Castillo. «El plan es hacer senderos, poner cabañas: un sitio turístico sin destruir el medio ambiente».